Sistema gastrointestinal y emociones: episodio I

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La salud digestiva se relaciona directamente con nuestro estado de ánimo, tanto así que se han realizado estudios científicos, en los que se ha descubierto cómo el funcionamiento del intestino impacta en el estado de ánimo, de la misma manera, las emociones influyen también en nuestro sistema digestivo. Todo esto puede ser un factor en el desarrollo de enfermedades como párkinson, alzhéimer, autismo, depresión, déficit de atención e hiperactividad, la ansiedad y las enfermedades metabólicas como obesidad y diabetes. Este artículo explica la relación del intestino y nuestros diferentes estados de ánimo.

A nuestro intestino lo han definido como nuestro «segundo cerebro». Este término se está utilizando porque el intestino tiene más de 100 millones de neuronas. Eso significa que tiene su propio sistema nervioso autónomo, llamado sistema nervioso entérico, que agrupa células nerviosas a través de todo el tubo digestivo, cuya función principal es apoyar la digestión y el peristaltismo, o movimiento intestinal. Pero, además, en este sistema se producen diferentes sustancias como neurotransmisores y hormonas de manera parecida al nivel cerebral.

De allí el término previamente mencionado, ya que ningún otro sistema del cuerpo es capaz de realizar esta última función.

Por ejemplo, el 90 % de la serotonina es producida a nivel intestinal y, como recordamos en artículos anteriores, este neurotransmisor es encargado de un buen estado de ánimo, un desajuste en el mismo se asocia a estados de depresión. El 10 % restante de serotonina se produce en el cerebro.

La serotonina tiene diferentes funciones, pero este neurotransmisor participa en los procesos de hambre y saciedad, en la motilidad intestinal y está involucrado en el ciclo de sueño-vigilia. Su participación es muy importante para distintos procesos metabólicos. Por eso las irregularidades en la segregación de este neurotransmisor afectan los movimientos intestinales, lo cual conlleva al desarrollo de enfermedades como el síndrome de colon irritable. Es muy común que pacientes con esta enfermedad presenten síntomas de depresión y viceversa, los pacientes con depresión padecen síntomas digestivos. Por ejemplo, en consulta vemos pacientes con depresión crónica y al indagar en la historia clínica, nos percatamos que los patrones de defecación se ven afectados y mayormente se asocia a estreñimiento crónico.

Por eso, algunos de los tratamientos para el síndrome de colon irritable utilizan los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, que son los componentes de los famosos antidepresivos. Y es así como evidenciamos la relación que hay entre intestino y cerebro.

Ahora, se preguntarán ¿cómo es que están conectados? Todo nuestro sistema entérico se conecta al cerebro a través del nervio vago, en donde hay una comunicación bidireccional. Es así como las emociones producidas por cambios bioquímicos que se producen en el cerebro afectan nuestro sistema digestivo.

Imagen tomada de Vix.

En lenguaje coloquial se utiliza frases tales como «siento mariposas en el estómago», cuando hay una alegría muy grande; «se me riega la bilis», cuando hay enojo; «no lo trago»; «alguna situación o noticia me revolvió el estómago», con ello podemos darnos cuenta de que nuestro pensamiento está unido a nuestro sistema digestivo.

Más de alguna vez, todos hemos experimentado la sensación de dolor de estómago, náuseas y hasta el deseo de defecar por la ansiedad provocada ante una situación tal como exponer un tema en público o subirnos a una montaña rusa; o como se nos cierra la garganta y se produce más ácido gástrico cuando estamos enojados, lo que nos impide comer y tragar.

La alteración bioquímica de las emociones transmite la información de lo que está ocurriendo en nuestro exterior hacia el sistema nervioso entérico y por eso tenemos diversas sensaciones en los órganos del sistema digestivo.

Es muy interesante cómo esta relación bidireccional entre cerebro y sistema digestivo es capaz de alterar el comportamiento del cuerpo a través de los pensamientos y las emociones.

Aprender a relajarse y reducir el estrés es parte clave del buen funcionamiento del sistema digestivo, veremos en el siguiente episodio la relación del sistema digestivo con el cerebro.

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